La Vida hay que beberla a tragos. Pero beberla. Para que no se te seque la boca. Para que no te acostumbres a tener sed de Ella…
Hay épocas en las que enlazamos una tormenta con otra. En la que los descansos se toman un respiro… En las que las Sombras quieren dejar de ser tu segundo plato. O tu postre. O estar siempre en la retaguardia. Y deciden salir de su escondite para que sean ellas las que te hagan sombra. Para que las veas con todo su esplendor. Con toda su Luz. Y tu miedo a reConocerlas como parte de ti desaparezca. O al menos, te permita mirarlas cara a cara. Sentirlas no sólo de mente sino también de Corazón. Para que en lugar de pensadas y requetepensadas, analizadas y requeteanalizadas, sean también acogidas, abrazadas, acariciadas y Amadas. Como se merecen. Como te mereces…
Y entre unas lágrimas y las siguientes, el Cielo se abre para recordarte que el Sol siempre está ahí. Ahí Dentro. Latiendo por y para ti. Dándote la fuerza necesaria para afrontar la tempestad bajo la que estás bailando. Para que te mojes sin llegar a ahogarte. Para que no te olvides que aunque te sientas sola, hay una mano invisible que está sanando tus heridas. Ésas que ocultaste sin saber o a sabiendas. Ésas que preferiste no mirar o que no estabas preparada para Ver. Ésas que se tienen que ir limpiando de vez en cuando o de cuando en vez para que no se infecten. Para que no sean abandonadas. Para que tu memoria no vuelva a ser desterrada.
No siempre me apetece sonreír. Ni ser amable. Ni callar. Ni hablar. Ni hacer lo que tú digas. O aquél. O yo misma. No siempre quiero Estar. A veces, me apetece sentirme como una mierda. Como lo que me siento en ese momento. Y tragármela con patatas. O sin ellas. Y largarme a mi Casa. Que no sé ni dónde está. Ni dónde ES. Encerrarme en mí misma y estar exclusivamente con mi piel. Desgarrarme las entrañas. Llorar como una descosida que quiere arrancarse la sien. Ensuciarme con mi culpa. Con mi culpa. Y con mi gran culpa. A Dios rogando y con el mazo dándome en las costillas que me Crearon.
A veces, me apetece que el Silencio atropelle a mis pensamientos y les calle de una vez. O de dos. O de tres. Pero que les calle. Y sudar mis gotas más frías. Y las más ardientes, también. Para que se mezclen. Se equilibren. Se armonicen. Se compensen las unas con las otras y las otras con las unas. Como buenas hermanas. Como buenas UNAs. Que las dudas se me planten en la cara y me crezcan las Respuestas en la punta de la boca. O de los labios. O de la lengua. Pero que me crezcan..
No siempre PUEDO, aunque siempre lo intente. No siempre CONSIGO, aunque siempre lo desee. Mi extrema Sensibilidad Vulnera mi fortaleza. Cada día un poquito más. Tambalea mis cimientos para que los muros que levanté sobre Ella se caigan a pedazos y logre contemplar la Belleza que ES. Que SOY. Aunque, a veces, el dolor me quiebre las rodillas para que bese el suelo, la Tierra, por la que pisan mis pies…
¡Oh, Corazón, mi Corazón! Levántate y escucha a tus latidos. Que Eres lo único que tengo…